Capítulo 13.
La ropa limpia se había acabado, tenía que lavarla. No lavaba la ropa hace mucho tiempo.
Jimin no lavaba su ropa y a su bebé trataba de buscarle otras prendas cuando ya estaba muy sucia. Así que cuando el chico rubio vino a dejarle su desayuno le preguntó muy tímidamente donde podía lavarla, tenía que aprovechar la oportunidad. El chico le dijo con su sonrisa característica que abajo había un lugar para lavarla.
Estaba en el ascensor con Jaehyun en brazos, que estaba balbuceando y señalando partes de el pequeño espacio. Jimin trataba de responder a lo que entendía y daba leves asentimientos a lo que no entendía tanto. El sonido del ascensor le hizo saber que ya habían llegado al primer piso. Salió y miró a los costados, había una chica castaña con su celular, en la recepción. Decidió caminar hasta ella y preguntarle donde se encontraba el lugar en donde podía lavar la ropa, en sus hombros tenía puesta la mochila con las prendas.
—Hola —dijo tímido. La castaña levantó la vista y vio a aquel omega muerto de hambre. Lo miró de arriba a abajo, rebajándolo, miró a su bebé con repulsión, como si estuviese mal que estuviera en sus brazos.
—¿Qué quieres? No tengo dinero para darte —dijo de mala gana.
—Em, no venía a pedirte dinero... yo, yo quería saber donde está el sitio para lavar la ropa —dijo con la vista gacha, no podía levantarla.
Pudo ver como lo rebajaba, como lo hacía sentir que no era nadie, pudo ver como miraba mal a su hijo. Pudo notar como en su mirada decía que estaba mal, que él estaba mal, que el tener a su hijo estaba mal. Pudo sentir como se hizo pequeño en ese mismo lugar, como no era capaz de afrontarla, de decirle que no tenía porque mirarlos de esa manera, pero no pudo hacer nada.
Si levantaba su mirada podría notar lo que era ella, lo hermoso que era su rostro, lo bien que iba maquillada. Iba a notar lo perfecta que era y lo iba a hacer sentir peor, se iba a dar cuenta que no era nadie. Se iba a dar cuenta que solo era un individuo parado en un lugar al que no pertenecía, con gente con dinero que claramente él no tenía. Se iba a sentir más inferior de lo que ya se sentía.
—Pues, en ese caso, está al fondo del pasillo —dijo apuntando el pasillo donde se encontraban bastantes puertas blancas con números en ellas.
—Gracias —dijo en apenas un susurro. Hizo el ademán de irse pero la castaña interrumpió la acción.
—¿Qué vio en ti? —preguntó directamente la beta.
—¿Disculpa? —dijo un Jimin confundido.
—¿Qué vio ese alfa tan apuesto en ti? Es que no puede ser posible, no tienes nada. No eres lindo, estás más delgado que un espárrago, tienes un cachorro sin padre, que vaya a saber quien será, no tienes dinero y ni siquiera tienes una ropa decente. Joder, no sé que vio un alfa como él en un omega como tú, es que vamos, nadie podría fijarse en ti.
Jimin la miró dolido y sus ganas de llorar aparecieron. Le recordó a cuando todas sus amigas le decían que nadie se fijaría en él, en cuando le decían que ni sus ojos azules lo hacían bonito, en cuando le decían que con esa pequeña pancita no le gustaría a ningún alfa. También le recordó cuando ellas le habían dicho que Jihoon nunca se fijaría en él y tuvo ganas de gritarles "en sus caras, perras" cuando fueron novios.
Su omega era el que más dolido estaba. Le dolió cuando dijo que aquel alfa nunca se fijaría en él y, por más que lo niegue, Jimin también. Ella tenía razón, ese alfa no podía fijarse en él, solo lo hacía por lástima. El alfa de ojos verdes no podría fijarse en algo tan feo como él, no podría fijarse en un omega con un cachorro, Jihoon se lo dijo, "nadie va a querer a un omega con un cachorro, Jimin, grábatelo en la cabeza". Y así fue, Jimin nunca alejó el comentario de su mente.
—N-No somos nada, él solo me ayudó —dijo con algo de pena.
—Menos mal, puedo invitarlo a tomar algo. Ya me parecía raro que alguien tan caballeroso como él se fijara en muertos de hambre como tú.
Jimin solo asintió y fue en busca del lavadero, fingiendo que no le había dolido el comentario.
Abrió la puerta entrando al lugar, era bastante grande. A la vista había cuatro lavadoras y cuatro secadoras, una arriba de la otra, como en las películas que veía de niño con sus padres sentado en el sofá de su casa. Entró y un par de chicas, omegas por lo que pudo sentir, pusieron sus ojos en él. Vieron a su cachorro con una mueca y Jaehyun trató de buscar, entre los olores, el de su madre, lo ponía incómodo el de las omegas.
El omega trató de ignorarlas y fue hasta las lavadoras, se sacó las mochila como pudo y empezó a poner la ropa dentro de una de ellas. Las omegas empezaron a hablar entre ellas.
—¿Vieron quién es ese? —dijo una a las espaldas de Jimin, señalando con su vista. El omega respiró hondo y volvió a ignorar.
—No, ¿quién es?
—Es el omega que vino con ese apuesto alfa el otro día, lo vi tocar su puerta.
—¡¿Enserio?! —dijo otra levantando un poco más la voz de lo debido.
—Cállate, Anna. Más despacio.
—Lo siento.
—¿Qué hacía ese alfa con él? Es que solo mírenlo, parece que viene de un basurero, su ropa está muy desgastada.
—¿Por qué ese tipo de alfa no se fija en alguna de nosotras? Seguro tenemos mucho más que darle que ese mugroso.
—¿Vieron a su cachorro? Es horrible.
—¿De quién sera?
—Seguro ni él sabe, conozco a los omegas como él, se meten con cualquiera.
Los ojos del omega se volvieron a llenar de lágrimas y sus ganas de volver a la habitación y no salir jamás era mucho más fuerte que antes. Siguió con su tarea, escuchando a las omegas que hablaban detrás de él y mirando a su bebé que le preguntaba con su mirada que le pasaba, le sonrió débilmente y puso en marcha la máquina.
✧✦✧
Jungkook seguía con el trabajo de siempre, había tenido una junta, su primera junta a decir verdad. Se puso nervioso en muchas ocasiones y escuchó leves risas a sus espaldas cuando escribía en el pequeño pizarrón. Siguió como si nada y gracias al cielo terminó, no fue fatal pero no fue la mejor. Ahora se encontraba mirando el paisaje mientras tomaba un café, se podría ir temprano. Estaba feliz porque no fueron muchas las veces que salió antes de las diez de la noche de aquel agotador lugar.
Así que ahí estaba, descansando. Pensaba en nada de otro mundo, solo disfrutaba del paisaje y del líquido caliente, las cuatro de la tarde se hicieron presente y decidió que era hora de irse.
✧✦✧
La tarde estaba mucho más fría de lo que Jimin esperaba, la calefacción no era suficiente. Y si, habían soportado mucho más frío que ese, pero no se había atrevido a prender la calefacción desde que había llegado. El lugar no lo necesitaba, siempre había un ambiente cálido, agradable, como un hogar y nunca sintió la necesidad de hacerlo. Pero el frío había llegado y ahora si se sentía, Jaehyun no tenía ropa seca y él se puso el abrigo negro que le dio el alfa. Estuvo dos horas tratando de encenderlo, tratando de que la culpa no lo invadiera, hasta que pudo hacerlo. El vidrio del ventanal estaba empañado por el frío y el clima era triste, nublado, sin nadie en la calles.
✧✦✧
Estaba esperando a que el semáforo se pusiera en verde. Por lo visto hubo un accidente y había mucho más tráfico de lo normal. Suspiró y volteó la vista, pudo ver desde la ventana aquel parque donde se había encontrado con el omega, le parecía gracioso que lo haya ayudado y no sabía ni su nombre.
Apretó el acelerador y volvió a apretar el freno, su paciencia era cada vez menos. Su celular se quedó sin batería, así que se dedicó a mirar los autos que tenía enfrente por el parabrisas. Vio a lo lejos un pequeño puesto que vendía, por lo que pudo observar, peluches y se acordó de aquel cachorro, recordó aquel día donde el quiso ir y no lo llevaron.
Su alfa le decía que haga algo por el cachorro, pero no entendía porqué. Él no era nada del pequeño y ni siquiera lo conocía, el omega puede enojarse si le da algo. Pero a pesar de que su mente razonaba y le decía que no, su alfa le seguía insistiendo para que haga algo por el cachorro, es decir, que le compre un peluche. Apretó nuevamente el acelerador y frenó, miró si había alguna señal para volver repetir la acción y como no había ninguna salió del auto.
Su mente le seguía diciendo que estaba mal, de que no podía comprarle nada al cachorro porque no era nada de él y ni siquiera lo conocía, pero como terco que es estaba caminando en dirección al puesto. Llegó y miró si los autos avanzaban, como no notó ningún cambio regresó su vista al pequeño puesto de peluches.
—Hola, ¿en qué puedo ayudarle? —dijo una señora algo mayor, con una sonrisa. Jungkook le devolvió aquella sonrisa y habló.
—Hola, estaba buscando un peluche.
—¡Claro! Mire tranquilo, sin compromiso. —dijo ella y volvió a su tarea de tejer.
Jungkook miraba los peluches pero no sabía cuál escoger, no sabía los gustos del cachorro, ni siquiera sabía su nombre. Era patético que estuviera parado en ese lugar viendo peluches para un pequeño que ni siquiera llevaba su sangre, ni a sus hermanos les compraba peluches.
—¿Busca algo en especial? —preguntó la señora desde la reposera que se encontraba a un lado del puesto.
—Em, no, solo estaba viendo cual podría gustarle —dijo un alfa nervioso, no sabía ni siquiera que color le gustaba.
—¿Cuántos años tiene? —Jungkook trató de recordar la pequeña conversación que tuvo con el castaño.
—Once... Once meses.
—Oh, es todavía un bebé.
—Si...
—Pues, ahí hay un dinosaurio que cuando le tiras de la cola canta una canción de cuna —dijo la señora mientras apuntaba el lugar en donde estaba el peluche—. No sé si es niño o niña, pero, ¿que importa, no? Es solo un peluche —Jungkook rió bajo, tenía razón.
Agarró suavemente el dinosaurio y tiró de su cola, la canción de cuna empezó y él sonrió. Era de color azul, le recordó al azul de los ojos del omega.
—Me gusta. Me lo llevo. ¿Cuánto le debo?
—Pues, se lo voy a dejar a quince mil —Jungkook le pagó y dijo que se quede con el vuelto—. Muchas gracias, espero que a su cachorro le guste su regalo —Jungkook solo sonrió y fue casi corriendo a su auto.
Su alfa se removió cuando llamó a aquel cachorro suyo, no lo entendía. El semáforo se puso en verde de nuevo y, ahora sí, todos los autos avanzaron sin problema.
✧✦✧
Le estaba dando a su cachorro unas fresas que habían sobrado del día anterior como merienda. El cachorro comía tranquilamente los pedacitos bien cortados que le daba el omega y, de nuevo, golpes en la puerta los hicieron levantarse. El castaño caminaba confundido, no había pedido servicio al cuarto. Al abrirla pudo sentir el aroma del alfa y su omega agradeció esa fragancia. Miró sus ojos color verde con timidez y admiró la sonrisa que le estaba regalando.
—Hola —dijo el alfa con sus manos detrás de su espalda, escondiendo el regalo del pequeño.
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